2 mar 2010

Antes era el clamor de la madre tierra para con sus hijos.Hoy es el pedido de piedad de nosotros para con nuestra vengativa Gaia.


Tratamos el planeta como si fuera indestructible, como si fuera un pozo sin fondo donde podemos echar todas nuestras miserias y chatarras, nuestras bolsas y residuos. Mutilamos, excavamos y envenenamos el suelo que pisamos, como si tuviéramos alas que nos sostuvieran en el aire si en algún momento y por fin, a la tierra se le acabara la paciencia con nosotros y cual padre harto de tener al hijo espabilado en el dormitorio infantil, pese a tener 30 años, nos mandara a tomar por saco definitivamente a todos.




Por eso me ha encantado ver lo que la naturaleza en una pequeña venganza le hace a éstas afrentas. No me niego al progreso de la humanidad, siempre que se respete el órden natural. Imagino a los obreros día a día a machetazo partido peleando contra milenarios árboles que sin pedir permiso y seguramente sin ponerse de acuerdo, de repente dijeron:-¿Cómo que me asfaltas? ¿Cómo que entubas el río que me calma la sed y me cubres de cemento la tierra que me nutre?




Si uno pasa por allí hoy por una senda a travez de los grandes parques, ve que hay hierba recién cortada siempre, no se puede tardar mas de unos días, porque sino los senderos se borran.
Mires a donde mires ves la lucha que se desarrolla de verde-versus gris o marrón hierro.




Cuantas veces hemos visto un camino (o carreteras) destrozado por el curso natural de las aguas que hartas de quedar relegadas a túneles se saltan piedras y vallas y veloces y enérgicas rompen y abren su paso dejando profundas huellas para que quien pase por allí sepa de su voz que clama y vea de su paso que marca territorio.




Pero la imagen que mas me impactó fue la de miles de raíces que han brotado entre el asfalto, lo han destrozado y lo cubren cual red de vida mostrando a los cuatro vientos que más de una vez, la naturaleza vence.


Devorados por hiedras y ramas, se ven restos de edificios, construcciones, piscinas… Y aun cuando un equilibrado muro contiene las aguas de los diques, la naturaleza se desborda sobre las aguas, besándolas, susurrándoles casi y cubriendo de musgos los ladrillos para que el río bata sus aguas entre la cama verde y no entre la arcilla industrial que le es hostil.




Sentarse allí, sobre el puente de hierro y ver que le brotan hojas y flores hace que a uno le venga una carcajada de adentro, un inadecuado corte de mangas al progreso y un olé tus ovarios a la madre tierra que sigue resistiendo nuestros esquizoides embates.
Y por si eso fuera poco ni hablar de los miles de incendios forestales desatados anualmente por el hombre y de manera intencional.


Hoy ella se venga de nuestra maldad, es la venganza de la madre Tierra. Según la FAO en 2009 la cifra de hambrientos en el mundo es de 969 millones de personas, 109 millones mas que el 2007. Solo en el Congo hay 30.000 niños dispuestos a matar o morir por un poco de comida. El 2008 ha sido uno de los más devastadores de la historia, precisamente cuando de los 10 años más calurosos registrados por la Organización Meteorológica Mundial corresponden a los últimos 12 años. El cambio climático no solo ha empezado sino que esta provocando la muerte de unas 315.000 personas cada año. Este fenómeno no es “natural”, sino inducido por nosotros mismos. Los gastos astronómicos en la carrera espacial, el asesino negocio del armamentismo, de las guerras de Irak, Afganistán…. Que tanto les gusta a los presidentes americanos, frente al consumismo y el derroche energético que dentro de unos días alumbraran innecesariamente nuestras calles, la Tierra grita de dolor. La ultima crisis, hija del capitalismo neoliberal, embrutecido en la usura, e inhumano ha ignorado e ignora los sufrimientos de los pobres así como las limitaciones reales de la Tierra.
Apenas nos encontrabamos suturando la dolorosa herida de Haití, cuando ahora en tierras chilenas una nueva grieta profunda, catastrófica se nos ha revelado ante nuestros ojos.  Nos hemos olvidado de aquellos conceptos primitivos que dicen: La madre naturaleza es indomable, es salvaje...y pretender domarla nos cuesta demaciado caro.



Gracias a todos los que me visitaron en mi ausenciaaa, poco a poco pasare a saludarlosss. Abrazos para todos de su amigo
Christiannnnn

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